Luján, Rodrigo


FLORES

Desde una grada de oro, - entre los cordones de seda, las gasas grises, los terciopelos verdes y los discos de cristal que ennegrecen como el bronce al sol, - veo abrirse la dedalera sobre una alfombra de filigranas de plata, de ojos y de cabelleras.
Monedas de oro amarillo sembradas sobre el ágata, pi¬lares de caoba sosteniendo una cúpula de esmeraldas, ra¬milletes de blanco satén y de finas varas de rubíes rodean la rosa de agua.
Semejantes a un dios de enormes ojos azules y formas de nieve, el mar y el cielo atraen a las terrazas de mármol a la multitud de jóvenes y fuertes rosas.